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La estructura de El origen de las especies

Como esto es bastante recogido como festival de colegio, sólo nos lee mi madre y los amigos, sabrán disculpar la ausencia, he estado ocupado intentando subsistir.

Dicho esto continuaremos con la segunda entrega de la serie acerca de ‘El Origen de las especies’ y como había anticipado aunque ni yo lo recordara, analizaremos la estructura del libro que fue llamado con gran acierto «the book that shook the world».

Desde que Darwin publicara su obra maestra, la evolución  ha avanzado notablemente, existe un journal (revista científica internacional) dedicada exclusivamente a esta materia, es parte fundamental de la mayoría de asignaturas que estudia un biólogo, es el argumento central de cualquier museo de historia natural moderno. No sería extraño pensar que después de tanto tiempo Darwin debió equivocarse en sus teorías, más aún si consideramos que muchos de los hechos fundamentales en los que la biología moderna basa su aceptación de la evolución se desconocían en su época. El número de fósiles era pequeño y aquellos que conectan los principales grupos de animales no habían sido descubiertos, como Archaeopteryx entre reptiles y aves, Ichtyostega entre «peces» y anfibios y los reptiles con forma de mamífero. Lo poco que se sabía de genética estaba malinterpretado. El entonces aceptado sistema zoológico de Cuvier reconocía únicamente cuatro tipos “totalmente diferenciados” de animales. Otras ramas de la biología que han hecho grandes aportes como la citología y endocrinología no existían aún y la embriología era muy rudimentaria. A pesar de esto, es asombroso descubrir que Darwin no se equivocaba demasiado en sus postulados.

Darwin se convenció del hecho de la evolución entre 1835 (mientras visitaba Galápagos a bordo del Beagle) y Julio de 1837 cuando empieza su primer libro de notas “acerca de la transmutación de las especies”. Después de más de 20 años de trabajo publicó su obra compuesta de 14 capítulos y 490 páginas. Exponiendo con notable maestría argumentos de todas las ramas de las ciencias naturales, citando innumerables trabajos de científicos de todas partes del mundo.

La variación de animales domésticos y plantas cultivadas (Capítulo I), variación en la naturaleza (Capítulo II), los hechos paleontológicos (Capítulo X), de distribución geográfica (Capítulo XII), y de clasificación, morfología y embriología (Capítulo XIII) constituyen su material principal.

En los días de Darwin la explicación predominante para la diversidad orgánica era, por supuesto, el relato del Génesis, él mismo subscribía a esta antes de embarcarse en el Beagle, viaje que le permitió realizar una serie de observaciones que eran para él incompatibles con la creación. Para que el público pudiera comprender su teoría Darwin intentó transmitir esas observaciones y las expuso en detalle, especialmente tres grupos de ellas:

  • que los fósiles de Sudamérica están relacionados con la fauna viviente de ese continente y no con fósiles contemporáneos de cualquier otra parte;
  • que la fauna de las diferentes zonas climáticas de Sudamérica está relacionada entre sí más que con la fauna de la misma zona climática en otros continentes y fundamentalmente
  • que la fauna de las islas (australes y Galápagos) está relacionada con la del continente más cercano y que se observan especies emparentadas en las diferentes islas de un mismo archipiélago.

No sólo se opuso al creacionismo sino también a otras hipótesis evolucionistas propuestas antes de ‘el Origen’. Intenta refutar en distintas ocasiones la posibilidad de cambio evolutivo mediante grandes pasos (p. 4, 194), argumentando que estos saltos dificultarían la acción de la selección natural, ya que esto interferiría con la mutua coadaptación de diferentes organismos.

Desde el comienzo del libro hace un esfuerzo especial para refutar que exista efecto directo del ambiente en la evolución de los organismos, la conocida doctrina Lamarckista, según la cual los organismos se van transformando lentamente gracias a la herencia de caracteres adquiridos (por ejemplo pag. 3, 10, 134, 336) . Destaca que las adaptaciones en las castas estériles de insectos sociales no podrían explicarse nunca mediante cualquier tipo de teoría Lamarckista. “Por más ejercicio, o hábito, o deseo, por parte de los miembros estériles de una comunidad nunca podrían afectar la estructura de o el instinto de los miembros fértiles, que dan la descendencia…”(p. 242). Las teorías Lamarckistas perdieron aceptación cuando los genetistas demostraron que las características adquiridas por el fenotipo no se pueden transmitir a la siguiente generación.

También hizo gran énfasis en rechazar cualquier “ley de desarrollo necesario” luego designada como teorías ortogenéticas (Capítulo 10 y p. 351). En este, como en otros casos, los descubrimientos modernos corroboran las ideas de Darwin del carácter azaroso de los cambios evolutivos y no se han encontrado mecanismos que provoquen cambios progresivos consistentes. Las teorías teleológicas sostienen que existe un principio intrínseco de la naturaleza que dirige a todos los linajes evolutivos hacia una perfección cada vez mayor. Las llamadas teorías ortogenéticas, como la nomogénesis de Berg, la aristogénesis de Osborn y el principio omega de Teilhard de Chardin, son ejemplos de teorías teleológicas. (Mayr, 1995).

Y fundamentalmente Darwin expone a lo largo de toda su obra (especialmente el capítulo IV) argumentos a favor de su mayor aporte, el mecanismo mediante el cual evolucionan los organismos, la selección natural (incluso dedica todo el capítulo VI a las dificultades de esta teoría).

El siguiente es un esquema de la explicación que da Darwin de la evolución por selección natural.

En el próximo artículo desarrollaremos en mayor detalle la selección natural.

Aclaración: las referencias utilizadas son a la primera edición del libro, muy recomendable esta edición (si no dispone de unos cuantos miles de libras) y las traducciones son propias (sorry about that).

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